La final fue atípica por lo desestructurada en la que los ataques superaron a las defensas. Gimnasia y Esgrima y Provincial regalaron ochenta minutos de buen rugby, donde más allá de los aciertos y las virtudes ninguno de los dos especuló, poniendo de manifiesto que habían entendido al pie de la letra la intención del certamen, la antesala del Regional del Litoral.
Cada uno apostó a su libreto pero ambos tuvieron la sana intención de jugar cuantas pelotas podían, como si no estuvieran jugando una final, cosa que fue muy saludable para el espectáculo ya que pudieron verse jugadas muy bien concebidas y tries de muy buena factura.
Provincial vendió cara la derrota más allá de que su juego fue irregular. Tuvo la gran virtud que nunca se entregó y peleó todas las pelotas, más allá de que en reiteradas ocasiones esa disputa por la pelota le generó algún penal en contra. La perla negra de la tarde fue el posible desgarro de su fullback, el pumita Agustín Demarchi, cuando el partido se cerraba.
La diferencia en un mano a mano bastante parejo (en muchos pasajes el partido fue de ida y vuelta) la hizo la calidad individual de algunos jugadores de Gimnasia, que se equivocaron menos y fueron haciendo la diferencia (valga la redundancia) a partir de una mejor obtención y de una dinámica más agresiva en el juego, utilizando tanto la tercera línea como sus backs.
Gimnasia ganó y se quedó con el título ante un rival que más allá de lo técnico-táctico, demostró que con jugar con el corazón a veces equilibra la balanza.
Por Pablo Mihall para el Diario La Capital (Rosario)
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